Chico y Rita y los fabulosos Baker Boys

 

El esquema está claro: pareja que en principio se detesta pero que tiene una tensión sexual no resuelta construída a través de miradas y puyas díalécticas, un secundario gracioso y una historia musical de por medio. Como diría el dinosaurio teletubiano del capítulo Ciudadano Burns «dos mas dos son cuatro».

Trueba conoce a los fabulosos Baker Boys, es consciente del funcionamiento de Pfeiffer como musa carismática musical, del «loserismo atractivo» de Jeff Bridges y del papel cómico cupidiense de su hermano, bajo esa premisa cuenta una historia que nos han contado millones de veces, bajo el mayor éxito de la chica, se esconde el papel del chico, que tiende a malvivir desaprovechando su talento en asuntos de medio pelo; mientras el personaje cómico es el enlace de sus diferentes mundos, un hombro en el que lloran los dos y cuentan sus desavenencias personales. Lo curioso es que este personaje sabe que su relación está condenada al fracaso, son tan necesarios el uno para el otro que el juntarse por un espacio-tiempo mayor de varias escenas, no digamos una vida por delante, llevaría a ambos a una combustión que no sería nada espontánea.

El cine es la selección de momentos, el «efecto pareja comiendo Risketos» no se da en este caso, ¿por qué triunfa Chico y Rita? por esta selección, por ese tira y afloja constante tan bien representado en las comedias de situación, «ahora soy feliz con otra persona pero de repente aparece Chico y…», «por fin he logrado estar en una banda de éxito y estoy con una mujer que me quiere pero aparece Rita y…»

El éxito de la historia no es tanto lo que cuenta sino lo que deja a la imaginación, el pensar en esas elipsis temporales con el uno separado del otro, ejemplificado al máximo en esa secuencia final (spoiler) en el que Chico encuentra a Rita chorricientos mil años después de verse por última vez.

Es un final bonito, quizás no demasiado realista porque las parejas de cine funcionan por esa selección de momentos, no hay nada tan precioso y a la vez reconfortante que soñar con esa realidad que tan bien comenta John Cusack en Alta fidelidad, «Estaba pensando en que son sólo fantasías, siempre parecen maravillosas porque nunca hay ningún problema» () «no hay lechería sexy, bueno sí que la hay pero también tienes esa otra que has lavado millones de veces…»

Chico y Rita no son realidad, por eso quizás funciona tan bien la película, da igual la música, los secundarios… la animación y los dibujos agridulces de Mariscal actúan de aliados para contar lo que nunca podremos tener, sólo imaginar o en este caso ver en pantalla.

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